Ejea
de los Caballeros, la mayor de las Cinco Villas, se sitúa en la confluencia
de los ríos Arba de Luesia y Arba de Biel. Tras
alguna época pasajera de ocupación cristiana fue definitivamente
conquistada e incorporada al reino por Alfonso I "El Batallador"
en 1105. Su Iglesia de San Salvador se consagró en 1222 por el
obispo zaragozano Jimeno de Luna medio siglo más tarde que la iglesia
de Santa María.
El
aspecto exterior de San Salvador es formidable (Imagen
1). Sus dos torres y en especial la septentrional rematada por cuatro
atalayas le aportan un marcado aspecto de fortaleza defensiva. Abundantes
modificaciones del siglo XVII han camuflado en parte su origen románico,
el cual hay que rastrear en su planta.
Las
relaciones arquitectónicas de este templo, a juicio de García
Lloret, son estrechas con el de Santa María, en la propia localidad;
de lo cual deduce que su cabecera original sería de su mismo estilo
y a su vez ambas, directas herederas de lo hecho en San
Gil de Luna y en la Sala de Doña Petronila en el Palacio Real de Huesca (24 de abril de 2001, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011 y 2012).
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La cabecera
del templo posee un ábside poligonal (Imagen 2). Es una estructura gótica
añadida cuyas nervaduras convergen en clave alejada del arco triunfal
original. La fachada
norte (Imagen 3) estaba muy degradada. Había un porche tardío
que cubría la portada norte, amén de las estructuras que cobijan
capillas laterales. Aun así se aprecian los contrafuertes que segmentan
la nave en tramos, mejor que al lado sur. Afortunadamente a lo largo de la primera mitad de 2010 ha sido restaurada
y se ha eliminado el porche existente ante la portada norte.
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La imagen
4 corresponde a una infrecuente marca de cantero
existente en el hastial occidental, que representa la herramienta con la que éste
debía de trabajar y que le sirvió de firma. Es muy parecida
a otra que se sitúa sobre el ventanal sur del ábside septentrional de Santiago de Agüero y ambas a su vez representan
la herramienta empleada por el cantero del capitel del
pórtico oeste de Biota.
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La portada
oeste del templo es una obra típica del maestro de Agüero. La
componen tres arquivoltas en degradación con tímpano decorado
sustentado por modillones que confieren al vano un perfil antropomorfo. Esto es lo que advertimos desde
lejos. Al acercarnos y contemplar los capiteles, si quedaba alguna duda de su procedencia
se disipa de inmediato. Aquí volvemos a encontrarnos con los monstruos
y aves del de Agüero y sobre todo con su bailarina que contorsiona
de modo inverosímil siguiendo el ritmo que le marca una arpista. Pliegues
de ropa forma de semicírculos concéntricos con pequeñas
muescas perpendiculares así como grandes ojos almendrados completan
el santo y seña del Taller.
La portada se halla elevada con respecto al nivel del suelo y rehundida
en el muro oeste. Las arquivoltas exteriores son de perfil de arista y solo
la interior se decora con baquetón en su borde libre y en su porción más externa luce motivos
esculpidos en forma de flores de cuatro pétalos con un grueso botón
central. Las tres arquivoltas apean en tres parejas de capiteles historiados
mediante un ábaco corrido decorado con volutas vegetales que se
continúan por la base del tímpano. Un dintel decorado con
flores iguales a las del tímpano se apoya en los modillones y sustenta el tímpano. Las columnas
son lisas y apean en altos plintos.
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Aquí
hallamos motivos de los que tanto gusta el maestro de Agüero: monstruos,
aves picoteando frutos, arpista y bailarina, arpías y también,
muchos elementos vegetales.
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